Aparte
de la carga emocional de la palabra alcoholismo, hay una gran falta de
información sobre lo que es dicha enfermedad. Los alcohólicos,
avergonzados, se niegan a que les cuelguen la etiqueta humillante y siempre encuentran razones para demostrar que ellos no son lo
Que se les dice: ¿Alcohólico yo? ¡Si no me he emborrachado en mi vida!
¿Alcohólico yo? ¡Si lo fuese, no podría desempeñar un cargo de responsabilidad como el mío!
¿Alcohólico yo? ¡Estuve un mes en el hospital y no eché de menos la bebida! E incluso: ¿Alcohólico mi hijo? ¡Si bebe lo normal!
Hasta
el alcohólico hundido, destrozado, vagabundo e indigente de la calle,
conoce a otros que están aún peor que él: ¡Esos sí que son alcohólicos!
Yo no. A mí sólo me gusta tomar unas copitas...
¿Qué es, pues, ser alcohólico?
¿Es
tener náuseas y temblores, estar enfermo del hígado, faltar al trabajo y
pelear con la esposa? No. Estas son consecuencias del alcoholismo, pero
no el alcoholismo en sí.
Entonces, ¿qué es ser alcohólico? ¿Es beber alcohol?
¿Es beber demasiado alcohol? ¿Es emborracharse?
Efectivamente,
el alcohólico bebe alcohol, suele beber demasiado alcohol y a menudo se
emborracha. Pero hay personas que beben alcohol, que beben mucho
alcohol y hasta que se embriagan a menudo y no son alcohólicas. Lo
característico del alcohólico es que no se puede quitar de beber o como
decimos nosotros, que ha perdido la libertad de poderse abstener del
alcohol. ¿Qué quiere decir esto? Veámoslo.
Una persona que no sea alcohólica tiene libertad para beber o para no beber.
Una
persona normal domina al alcohol y nunca pierde las riendas de él. Si
se tercia, bebe; si no se tercia, no bebe. Bebe cuando su voluntad le
permite beber, cuando su conocimiento se lo autoriza.
En cambio, el alcohólico ha perdido las riendas del alcohol. Ya no es él quien manda, sino el tóxico.
El alcohólico aunque a menudo trate de engañarse a sí mismo
Sabe
que debería dejar de beber, pero no puede. Aunque comprende que le hace
daño, está prisionero en el mundillo del alcohol y es impotente para
salir. Naturalmente el alcohólico suele tratar de engañarse a sí mismo y
lo consigue con bastante frecuencia:
¿Quién dice que yo no puedo dejar de beber? ¡Yo dejo de beber en cuanto quiera!
Lo
que pasa es que no veo ninguna razón para dejarlo. Se hace así
ilusiones de que él bebe porque quiere cuando, en realidad, bebe porque
no puede evitarlo y a calla la voz de su conciencia que le dice:
Eres
un esclavo. Para que se entienda bien lo que es un alcohólico, voy a
poner un ejemplo muy fácil. El alcohólico es al alcohol lo que el
fumador es al tabaco. También el fumador ha perdido la libertad de no
fumar. También el fumador fuma obligado por su propio deseo invencible.
Tampoco el fumador puede vivir sin tabaco.
Entonces, ¿por qué el
fumador no se avergüenza de serlo? ¿Por qué la palabra fumador no suena a
insulto? La diferencia radica en la índole de
Las complicaciones.
El
tabaco también tiene complicaciones graves: puede favorecer el cáncer y
el infarto de miocardio. Pero el tabaco nunca degrada moralmente a la
persona, nunca la humilla, nunca la destroza socialmente. El fumador
puede morir por culpa del tabaco. Pero muere siendo un hombre. El
alcohólico, en cambio, antes de morir,
Pierde la moral, se degenera,
se convierte en un ser odiado hasta por sus hijos. Y cuando muere al
fin, no es un hombre, sino una piltrafa humana.
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