El consumo habitual de
alcohol se convierte en una situación grave cuando la forma de consumirlo nos
ocasiona muchos problemas a nivel familiar, laboral, económico o social, ciertamente
muchos de nosotros hemos bebido en
exceso, lo que no sabíamos es que el alcohol es astuto, desconcertante,
poderoso y muy paciente, además con nuestra insistencia en hacer buena amistad
con él nos lleva a su mundo, y nos hacemos dependientes alcohólicos siendo una
marioneta en sus manos hasta nuestra destrucción total y la de nuestro entorno.
Pero eso no significaba que nosotros
reconociéramos que teníamos un conflicto con el alcohol, más bien creíamos lo
contrario, nos auto convencíamos de que el problema lo tenían otros que beben
igual o mucho más que yo, que bebo lo normal. Beber era nuestro hábitat
natural. Pocas veces nos veíamos borrachos, dando tumbos, vomitando, ni siquiera
generando peleas por nuestra manera de beber, utilizábamos con mucha maestría
el arte de la excusa y la manipulación, siempre conocíamos a otras personas que ellos sí que eran incapaces
de tomar un par de cubatas sin sentirse mal o hacer estupideces. Nosotros no
éramos de esa manera, siempre intentábamos hacer las comparaciones con otros
para manipular nuestra manera abusiva de consumir, ya que con experiencia
sobrada en el tema, bebíamos en soledad sin molestar a nadie, o en compañía sin
que se nos “notara” que lo hacíamos en demasía según se diera el caso.
Todo el mundo tenía derecho a “relajarse
tomado un par de copas”, eso no tenía nada de malo. Por lo tanto nos parecía
insultante que nos hablaran de “permanecer abstemios” cuando todo en la sociedad
nos indicaba que tomarse unas cervezas o unos cubatas era signo de
“normalidad”. ¿Quién nos iba a decir que éramos anormales? Sin duda era ofensivo,
que hacia yo diferente a los millones de españolitos consumidores que hay en
este país de bebidas alcohólicas.
Sin embargo, la realidad decía que
si pasaba porque se mostraba una vez tras otra obstinada y diferente a lo que
nosotros entendíamos y poco a poco nos íbamos metiendo en el mundo del
alcoholismo, es muy duro para los que te quieren ver
cómo se va destruyendo una vida por el alcohol, una vida sin ser tan diferente
como la de cualquier otra persona, porque esta enfermedad no descarta a nadie
es la más democrática de todas y engancha a todos por igual, y lo creamos o no va
llevándote poco a poco directamente al pozo, un infierno fácil de entrar y muy
difícil de salir, pero hay no se queda, también repartimos muchísimos problemas
y muchísimo dolor a todos los que tenemos a nuestro lado.
Vivimos en una sociedad
muy hipócrita pues solo nos interesamos por las cosas cuando nos toca a
nosotros, y somos muy de criminalizar a las personas con adicciones por el
desconocimiento y la desinformación que se tiene, y no será porque no hay
información ya que a día de hoy nunca ha habido tanto donde escoger para saber
sobre toda clase de adicciones, nosotros los de la Fundación Doctor Valero
Martínez - Asarex disponemos de la mejor información de todas, la de las
vivencias de cada uno de sus componentes y además tenemos la grandísima suerte
de tener y por muchos años a Don Valero que desde hace más de 40 años nos ha
ido pasando con su sabiduría y humildad, aparte de la información todos los
valores y la verdadera filosofía de lo que es a día de hoy nuestra Fundación,
ahora nos toca a nosotros de forma
voluntaria, altruista y con más ilusión que nunca continuar con su gran obra, y
ese es el gran reto hasta ahora conseguido por todos, que jamás se cierre la
puerta de la calle Cánovas, ¡porque! ¿Quién puede saber más sobre esta
enfermedad que el enfermo y sus familias? Verdaderamente nadie porque ellos han
padecido en sus carnes el sufrimiento de esta dependencia que le ha hecho
descender al grado más bajo de indignidad al que un ser humano puede caer;
nuestra experiencia sirve para tender la
mano en ayuda de todos los enfermos que quieran ponerse en abstinencia y a la
vez orientar a esos familiares de todo lo que se puede hacer para ayudarse
mutuamente, pues aunque no es fácil salir de estas situaciones, acudiendo a la
Fundación y siguiendo todo lo que allí se les dice, se tiene muchas
posibilidades de que jamás se vuelva a beber alcohol, luego
cuando deja de beber y rehabilitarse llega la recompensa, que es volver a una
vida real maravillosa siendo muchísimo mejor persona que antes de caer en la
dependencia del alcohol.
Los síntomas del alcoholismo pueden pasar inadvertidos para personas que
tienen poco contacto con los individuos que lo padecen, pero no es asi
para sus familiares o amigos más cercanos,
ellos sí que se van dando cuenta de lo que sucede, no se pasa inadvertido y
comienza una gran preocupación que se convierte en una situación complicada,
comienza una lucha y todos nos quieren ayudar, todos le queremos ayudar pero no
sabemos la manera más adecuada de hacerlo, puesto que cuando hablas con un dependiente
del alcohol sobre su problema siempre tienden a negar que lo existe, niegan
toda la problemática con él alcohol o cortan por lo sano sobre la charla porque
no le interesa que se hable de su “adicción” al alcohol, si el enfermo no acepta y asume su condición
de afectado o lo que es lo mismo no pone de su parte y decide por su voluntad
dejar el alcohol por mucho que quieras ayudarle, es imposible. Es por esto por
lo que un dependiente del alcohol es el primer perjudicado y sufre mucho con su
enfermedad, él se da cuenta en los momentos de lucidez del daño que se está
haciendo y también lo que está repartiendo entre su familia, pero a pesar de
todo su dependencia es más fuerte y le hace seguir bebiendo, y no bebe para estar
bien, el sigue bebiendo para no estar mal.
No va a ser fácil y mucho menos convencerle para que siga un tratamiento
y si lo hace y no está convencido tampoco debemos obligarle porque en la
mayoría de las veces en cuanto se encuentra medianamente bien vuelven a su
rutina con el alcohol, por eso hay que perseverar en los intentos hasta que la
persona comience a convencerse de que es un enfermo y que no debe volver a
tomar ni una gota de alcohol.
Una vez que esta persona ha reconocido su problema o nos ha solicitado ayuda,
es ahí cuando tenemos que estar con ella durante el tiempo necesario para que
se sienta entendida y apoyada, asi se dará cuenta de que él no es al único que
le pasa y no tenga a la soledad como consejera para volver a caer en el mismo
problema, los enfermos necesitan una gran ayuda de la familia para darse cuenta
de lo que les sucede, la asistencia a grupos de autoayuda es fundamental asi
como todas las herramientas de orientación e información que se les da para
mantener y prolongar en el tiempo su abstinencia.
Al principio no les gustará tener que reconocer públicamente que tienen
un problema y sentirá remordimientos y vergüenza, pero ya se enteraran de que
ellos no son culpables, nosotros nunca hemos querido tener esta enfermedad,
ahora sí que somos responsables con la obligación de ponernos bien y restituir
en todo lo posible los daños causados, este es uno de los pasos fundamentales
que deben dar para volver a sentirse bien y que la felicidad vuelva a reinar en
sus vidas sintiéndose útiles en la familia y a la sociedad.
Una persona que ha tenido problemas con el alcohol no debe volver a tocarlo
jamás ya que este tipo de adicciones es recurrente, si se vuelve a tocar, es
decir, “va, si es solo una copa, no pasará nada” esa actitud es mala es auto engañarse
y engañar a los demás, el tonteo con el alcohol es un tema muy serio como para
que las personas que ya han sufrido alguna vez recaídas puedan volver a caer en
los mismos errores. Como no es un alimento no es necesario tenerlo en casa, ni
comprarlo para las celebraciones. Ni siquiera, si se puede al menos al
principio, es recomendable que la persona dependiente del alcohol al ir a la
compra no pase por el pasillo del supermercado en el que está, ni la asistencia
a bares, a pub de copas o locales nocturnos en los que el alcohol es principal
protagonista.
Pronto tuvimos que admitir, tras
conocer algo más sobre la enfermedad teniendo mucha información y las
orientaciones necesarias para entender el problema, que no todo era lo que
parecía, en cuanto a nuestra manera de beber. La ciencia médica aún no explica
con claridad la causa de porque tenemos problemas para controlar el alcohol, ni
por qué unos somos alcohólicos y otros no, de lo que si estamos todos
completamente seguros es que una sola copa conduce al problema y a tener muchas
más dificultades que antes, y aunque sabemos que pueden haber recaídas, en
ningún caso son necesarias ni ayudan en nada a la rehabilitación del enfermo.
La experiencia de muchos años con
personas dependientes del alcohol lo confirma que una vez generada la
dependencia cada vez que se vuelva a beber se despierta la “fiera” de la
enfermedad, nunca es la copa mala para nosotros la última, para un afectado
será siempre la primera la que nunca debe tocar. Por eso, la abstinencia total, se ha
convertido en la única herramienta y la más que fiable para formar la base
sólida de una buena recuperación de la Dependencia al Alcohol.
Hay vida más allá del alcohol,
aunque eso nos pareciera al principio imposible. Se puede vivir sin alcohol, y
se puede vivir muy bien. De hecho es muchísimo más fácil vivir sin él, que
vivir bebiendo. Y, evidentemente, mucho más saludable, el alcohol, aparte de
sus cualidades adictivas, tiene también el efecto psicológico que modifica el
comportamiento y el razonamiento de la persona afectada, una sola copa cambia
radicalmente la mentalidad de un dependiente del alcohol, en el sentido de
hacerle creer que puede llegar a “controlar” una, y luego otra, y luego otra, y
otra….
El enfermo puede aprender con una
buena orientación e información, con la ayuda de la Fundación y la de su
familia a llevar con normalidad completamente su enfermedad o lo que es lo
mismo a rehabilitarse, que queremos decir con rehabilitación, que no solo es
dejar de beber también significa saber vivir sin alcohol, y debe quedar bien
claro que nunca conseguirá “curarse”
jamás, nunca podrá volver a beber alcohol con normalidad sin consecuencias
adversas, asi que llegamos a la
conclusión de que la abstinencia entendida y prolongada en el
tiempo, no resulta ser esa losa que
veíamos, ni esa experiencia desoladora y triste que nos habíamos imaginado
cuando visitábamos a Don Valero en su consulta y se nos antojaba un completo
sin sentido cuando nos decía no poder volver a beber un vasito de vino o una
cerveza nunca más ¡pero ahora que voy yo a hacer si no puedo beber! Se nos
nublaba todo nuestro mundo; luego de hacerle caso ponernos en abstinencia y
empezar una rehabilitación vamos viendo lo maravillosa que es nuestro día a
día, todo resulto ser una experiencia fascinante, preferible a todo lo anterior
llegando a la conclusión de que ahora no la cambiamos por nada.
Hoy en día en la sociedad actual hablar sobre la dependencia al alcohol se
convierte en un tema cuanto menos, bastante delicado. Aunque, bien es cierto,
que existe y siempre ha existido, una gran tolerancia social ante el consumo de
bebidas alcohólicas. Desde hace mucho tiempo, el consumo de alcohol en España
se ha caracterizado por gozar de una amplia tolerancia y aceptación social y
cultural, este hecho, ha contribuido sobremanera para que el consumo de bebidas
alcohólicas se percibiese como algo normal y habitual en la mayoría de la
población, a pesar de que, hace más de cincuenta años, que ya había una gran
consideración y conocimiento sobre los perjuicios que provoca el alcohol a
nivel individual, social y sanitario, en contraposición a la alarma social y el
rechazo que genera el consumo de las
otras drogas ilegales como la cocaína, heroína, éxtasis, las drogas de diseño
etc….
Yo personalmente percibo o me parece por mi experiencia de tantos años en esto de
las adicciones, que casi todo el mundo conoce o tiene alguna referencia sobre
los riesgos y efectos negativos que se atribuyen al consumo de la mayor parte
de las drogas ilegales y solo el nombrarlas les genera un rechazo, pero, al
mismo tiempo, se frivoliza sobre los efectos asociados al consumo de alcohol, a
pesar del porcentaje tan elevado de enfermedades y muertes directas e
indirectas derivadas del alcoholismo, aparte del grandísimo coste sanitario.
Desafortunadamente, vivimos en el país en el que rechazar una copa es de
mal gusto o signo de mala educación. Aunque, no ocurre lo mismo si rechazamos
un cigarrillo. Una persona puede expresar libremente que no fuma y no hay
ningún problema, incluso el que te ha ofrecido el cigarrillo te responderá
gustosamente con un: “Muy bien que haces, fumar es muy malo”, “yo estoy
intentando dejarlo.” Pero si uno comenta en público que no bebe alcohol…parece
que el que te invita a beber no sea capaz de entender bien ese mensaje y es ahí
cuando se provoca el aluvión agobiante de preguntas y las constantes insistencias.
¿Por qué no bebes? ¿Qué pasa? ¿Acaso estás malo?, ¿No me jodas que estas
bebiendo agua?, “pero si tú antes no usabas el agua ni para lavarte”, o esta
otra…. ¡Oye! este es un whisky destilado carísimo, no me puedes decir que no,
que porque te bebas una copa no pasa nada… Esta es la realidad que existe y
estas son las situaciones a las que se tienen que enfrentar los enfermos
alcohólicos, sobre todo, al principio de su tratamiento de deshabituación.
Además de esto, cuando
paseamos por las calles de cualquier lugar de esta maravilloso país llamado
España, podemos comprobar que a cada paso que das hay un bar ofreciendo bebida
más barata cada día, publicidad en los medios de comunicación (televisión,
radio, internet…), vallas con reclamos publicitarios…cientos y cientos de
disparadores a los que tienen que enfrentarse los enfermos día a día. Algo que
podría parecer fácil para cualquier ciudadano de a pie, pero para nosotros,
realmente, nos resulta muy complicado. Vivimos en el país donde es más que
habitual quedar para tomarse unas cervezas que quedar para ir al cine. Donde
decir que eres alcohólico genera incomprensión y muchísimas veces por no decir
casi siempre genera rechazo y desconfianza hacia el afectado. Donde, a pesar de
vivir en la era de la sobreinformación, hay mucho desconocimiento sobre los
daños que genera el alcohol a todos los niveles. Los dependientes del alcohol,
nos encontramos desprotegidos ante una
sociedad que no hace otra cosa que fomentar el consumo, y a eso se une la poca
prevención y la poca conciencia social. Existen muchas etiquetas y
estigmatización en cuanto a esta enfermedad y ya si aparecen intereses
económicos de por medio apaga y vámonos, de repente te sale el iluminado de
turno y te pone un artículo que vale una fortuna en la revista o periódico de
mayor tirada del país, diciendo que la cerveza o el vino son un alimento porque
tienen una serie de cualidades beneficiosas para la salud, o que el wiski es un
vasodilatador muy bueno para el corazón, verdaderamente lamentable porque todo
esto es falso, todo esto deriva del poder económico que tienen las grandes
distribuidoras de alcohol, y si les aprietas un poco las clavijas a los que
pueden hacer algo por esta enfermedad o te dan largas o hacen lo que al parecer
es lo más cómodo para ellos, mirar hacia
otro lado. A pesar de que el contexto social y cultural en el que se
desenvuelven las relaciones de los ciudadanos con las bebidas alcohólicas
favorece el uso de las mismas, es cierto que se han producido en los últimos
años algunos pequeños progresos, pero aún queda mucho trabajo por hacer, más
bien diría yo que estamos en pañales sobre el asunto.
Y ya para
terminar lo voy a hacer con una pequeña reflexión diciendo que el ser humano debe asumir la condición de
protagonista de su propio destino, debe tener como prioridad madurar y
convertirse en ser soberano y dueño de su futuro sin prometerse nada, viviendo
el día a día, para sacudirse las vivencias a las que ha estado sometido durante
toda su vida de adicto al alcohol. La ilustración es la iluminación del alma
que ayuda a la conciencia y desde la generosidad asumir con humildad las
responsabilidades, plantearnos como una obligación la ruptura con la pereza y
la cobardía, es un ejercicio de fortaleza que nos llevara al triunfo. Son muy
pocos casi diría que no conozco a nadie, los que por esfuerzo propio o sea
solos logran salir del mundo de las dicciones, sin embargo, con paso seguro y
firmeza se consigue, pero aceptando ayuda y reconociendo y aceptando su
enfermedad, otros no son capaces de ver más allá de lo que hay, ni de superar
el riesgo del que les han hablado, desconfían o simplemente no quieren y
terminan en intentos fracasados y desoladores y en peor situación que la vez
anterior, sólo la razón, la humildad y
la valentía es el arma válida para enfrentarse a una nueva vida elegida por la
persona, su obligación es la de pensar por sí mismo frente a las limitaciones
de la libertad a que le sujeta su mundo de bebedor, él y solo él debe ser el director
de su futura vida, los que hemos caído en esta
enfermedad el habernos involucrado en la Fundación y revolvernos con los
nuestros nos ha abierto el paraíso para enterarnos de una vez y para siempre
que no somos los únicos con el problema y que solos no lo conseguiremos nunca, debemos
dejar atrás manipulaciones, mentiras, perjuicios y temores, la Fundación hace
un gran trabajo en equipo, porque entre todos nos hemos animado y ayudado para
sacar el coraje suficiente de vivir, que es la fuerza que nos hace
falta para luchar contra esta devastadora enfermedad, para levantarnos todos
los días y poder enfrentarnos a situaciones difíciles y sobre todo enfrentarnos
a nuestros propios miedos, asi que ¡¡¡vive!!!, porque a pesar de todo la vida
sigue siendo maravillosa.