Siendo como es una enfermedad, debe caer en la
jurisdicción del médico. El alcohólico no es un canalla ni un delincuente, sino
un enfermo, y, por tanto, es al médico al que le toca tratar con él. Pero, ¿se
puede curar un alcohólico? Sí y no.
Yo siempre
pongo a los enfermos un ejemplo: el del miope. Veamos el ejemplo del miope.
Imaginemos a un hombre que ve mal y que, a consecuencia de ello, sufre dolores
de cabeza y mareos. Un día va al oculista y éste descubre que lo que tiene es
miopía. Le receta unas gafas, el enfermo las empieza a usar y desde entonces ve
bien y no vuelve a tener dolores de cabeza ni mareos. Pues bien, este enfermo
¿está curado o no?
Hombre, si
ve bien y se encuentra bien, sí que está curado se puede decir. Y efectivamente
lo está. Pero hay un pequeño detalle que quiero subrayar: Que tiene que usar
gafas, que, si se las quita, vuelve
A
encontrarse mal. Luego, en un sentido, ni se ha curado ni se va a curar. Pero
si ve bien y se encuentra bien, si se acostumbra a llevar las gafas hasta el
punto de que éstas no le molesten en absoluto, ¿qué más da que éste totalmente
curado? Lo mismo pasa con el alcohólico. El alcohólico se cura porque se repone
física y mentalmente, porque se pone fuerte y come bien, porque no le duele
nada, porque se lleva bien con su familia y con la sociedad,
Porque
recupera la situación y la autoestima que había perdido, etc. En una palabra,
el alcohólico se cura por completo de las complicaciones del alcoholismo y vuelve
a ser un feliz.
Pero, por
otra parte, el que ha cruzado las fronteras invisibles del alcoholismo, el que
por un camino o por otro ha llegado a ser alcohólico, lo será durante toda su
vida. En este sentido, el alcoholismo no se cura jamás. El alcohólico, como el
miope, tiene que llevar siempre puestas unas gafas: en el caso del alcohólico,
tales "gafas" consisten en no beber una gota de alcohol. De este
modo, el alcohólico será un alcohólico que no bebe (como el miope será un miope
que ve bien), será un alcohólico que se acostumbrará a no beber, y no echará de
menos el alcohol (Como el miope se acostumbra a llevar gafas y se olvida de que
las lleva).
El alcoholismo,
pues, vivirá aletargado en el alcohólico y no dará ninguna señal de vida.
Pero, en el momento
en que vuelva a probar una gota de alcohol, el diablo del alcoholismo
despertará en su interior y (como le sucedería al miope si perdiera las gafas)
volverá a producir las mismas complicaciones que antes los mismos temblores,
los mismos celos, las mismas riñas porque el alcoholismo propiamente dicho no
se cura jamás. Del mismo modo, si el fumador que se ha retirado del tabaco
vuelve un día a aceptar un cigarrillo, está condenado de nuevo a volver a
fumar. Del mismo modo, el fumador que se retira del tabaco siempre será fumador
eso sí, pero un fumador que no fuma. Pues bien, la misión del médico, en cuanto
al alcoholismo, es convertir al alcohólico que bebe en un alcohólico que no
bebe.
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