viernes, 2 de diciembre de 2016

2. DISTRIBUCIÓN:

Una vez absorbido el alcohol se distribuye por todo el organismo y dependiendo de la concentración de agua que contenga cada tejido es el daño que ocasiona. El alcohol se distribuye por nuestro organismo con mayor facilidad en los medios acuosos que en los lipídicos y puede acceder al torrente sanguíneo desde la cavidad oral, el esófago, el estómago, y los intestinos. Respecto a su distribución, el alcohol llega a todo el organismo por lo que su volumen de distribución es de 42 litros, que es aproximadamente la cantidad de agua que hay en el organismo. El alcohol no se fija a ningún tejido ni se une a las proteínas del plasma y pasa fácilmente la barrera hemato-encefálica y la placentaria. El alcohol se distribuye por el cuerpo hacia el Sistema Nervioso Central, debido a esta difusión más allá de los efectos psíquicos del alcohol, que son los que primeramente se perciben, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo. Los daños corporales se producen, por tanto, con el uso continuado de cantidades de alcohol que el organismo tiene dificultades para metabolizar, aunque el consumidor no perciba ningún peligro. Como la absorción se inicia en el estómago, los efectos son más rápidos, por ello las personas sienten de inmediato un cambio que les hace comentar el típico «ya estoy con el punto». Cuando la cantidad de alcohol ingerido es exagerada, se produce un espasmo del píloro que ocasiona náusea y vómito. 

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