Los adictos al alcohol suelen mentir eso una realidad, pero
no solo a los demás, ya sean familiares, conocidos o incluso a sus mejores
amigos, sino que se engañan a sí mismos con tal de continuar con su consumo,
afirmando cosas que no pueden ser ciertas por lo descabelladas y liosas de sus “interpretaciones”,
No le dicen la verdad ni al médico, pero claro hay razones lógicas para
que suceda esto por ejemplo.
Mienten para protegerse y
seguir consumiendo
Como es normal, un adicto hará y dirá cualquier cosa
para mantener su adicción si no han reconocido previamente que lo que están
viviendo es un problema que les hace daño a ellos y a su entorno. Su lógica es
simple: Necesito beber alcohol, y para eso necesito mentir para mantener a
los demás fuera de mi camino y poder continuar con mi consumo, ya que si
reconoce que tiene un problema se le acaba el “chollo” y tiene que ponerse en
rehabilitación.
Por tanto, de esta manera la mentira funciona como
un instinto de autopreservación. Nada ni nadie afectará a su adicción, y la
mentira consigue que esto siga así.
Mienten para evitar
enfrentarse a la realidad
La adicción al alcohol acaba consumiendo la vida y el
mundo del adicto, haciéndole irreconocible para él mismo o para su entorno.
Como la realidad y la verdad les supera y adaptarse a ella es doloroso, e
incluso parece imposible, el enfermo construye una nueva realidad donde el
alcohol no es un problema sino una solución “su solución”, donde todo en su
vida va viento en popa. Muchas veces cuando se les pregunta por el último trago
de alcohol, afirman haber dejado de consumir hace muchísimo tiempo, cuando la
realidad es que apenas hace unas horas del último consumo y su vida va de mal
en peor en todos los conceptos.
Mienten para evitar el
enfrentamiento
Por otra parte, los familiares de los alcohólicos no
suelen quedarse de brazos cruzados, sino más bien todo lo contrario. Le hacen interrogatorios
al estilo policial, se enfadan con ellos y acaban surgiendo cuestiones del
estilo “Si me quieres, ¿por qué bebes, me estas destrozando la vida?” con estas
confrontaciones, el estrés acaba siendo abrumador para el enfermo.
Sin tener unas habilidades de confrontación
adecuadas, los alcohólicos acaban siempre dándole la vuelta a todo o
diciendo lo que sea necesario para evitar nuevas discusiones o para evitar
enfados o tristeza por parte de su esposa o hijos; o pueden tomar la estrategia
de ponerse a la defensiva, desviando la atención, y en este caso la mentira
juega un papel crucial.
Mienten porque en su día a
día están en una etapa de negación
Aunque la evidencia dice lo contrario, el período de
negación obliga al alcohólico a mentir, a repudiar su problema e ignorar las
consecuencias que pueden desprenderse de su comportamiento. Sin embargo, aunque
la negación es para protegerse, permite a las personas procesar la información
y poder “obligarle” a llegar a un acuerdo, con estas presiones puede acabar
viendo a su familia como verdaderos enemigos y autoafirmarse en que la adicción
no solo es aceptable, sino que es necesaria para su vida, y puede acabar usando
armas como la de racionalizar el consumo con tal de continuar con su tema.
Mienten porque se
convencen de que son diferentes
La típica frase de “yo controlo la situación, puedo
dejarlo cuando yo quiera” no solo es un tópico, sino que llega a ser un
pilar básico para el alcohólico. Por ello pueden llegar a reconocer que el
alcohol es un problema, pero su deseo es seguir consumiendo alcohol, y se
autoconvencen de que ellos serán una excepción a la regla y podrán manejar la
situación de beber lo que ellos quieran, por lo que creen que pueden
comportarse de manera diferente a los demás y continuar con su vida dominando
ellos al alcohol y no el alcohol a ellos.
Mienten porque se sienten
avergonzados de sus “hazañas”
En los momentos de sobriedad, los alcohólicos pueden
llegar a darse cuenta realmente de su problema y sentirse terriblemente
avergonzados y arrepentidos, y aunque muchos tienen lagunas mentales por el
abuso de la bebida, sí que recuerdan situaciones que enrojecen a cualquiera. Sin
embargo, no son capaces de controlar sus emociones, y la única “arma” que conocen
para hacer frente a los problemas es justamente el uso del alcohol.
Mienten porque pueden
Finalmente, hay adictos que llegan a un punto donde sus
familiares coinciden con la versión del alcohólico y hacen la vista gorda, incluso
les defendienden, ya que reconocer la verdad es demasiado doloroso para ellos o
porque ya han aguantado tanto que ya se han agotado de tanto sufrimiento y no
toleran más.
Por ello, cuando la familia del alcohólico llega al punto
de pensar que las mentiras de este son aceptables, ayudan a perpetuar la
adicción y entran en una dinámica de autodestrucción que el final por desgracia
siempre termina en un gran dramatismo.
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