miércoles, 23 de enero de 2019

LA FAMILIA DEL ALCOHÓLICO: COMO AYUDARLE


Convivir con un enfermo alcohólico es una de las experiencias que más desgaste emocional puede causar a una familia, ya que pone a todos sus miembros ante situaciones límite de manera constante, cuando necesitan saber cómo ayudar a un alcohólico, lo primero que deben darse cuenta es que el alcoholismo del enfermo ha calado en la propia estructura familiar y ha hecho “enfermar” a todo el clan. “El alcoholismo no es una obra de “teatro” con espectadores; al final, toda la familia entra de lleno en la obra y se ve involucrada en ella”. Después de muchos años de experiencia en ayuda de la rehabilitación de miles de enfermos he llegado a la conclusión de que nunca va por una parte el alcohólico y, por otra, los demás miembros de la familia, sino que la conducta alcohólica interacciona de tal manera en la convivencia cotidiana que sería más apropiado hablar de “familia alcohólica” en general.
Una familia donde hay comunicación y todos son capaces de participar en la recuperación del enfermo tendrá bastantes posibilidades de superar el conflicto. Aquí, como en tantas cosas, el término medio es lo correcto. Es decir, no es una buena estructura para salir adelante tanto si los miembros de la familia están muy pegados unos a otros, como si cada miembro pasa del otro y hace su vida. En el primer caso, dará lugar al “juego de la familia” descrito antes; y en el segundo supuesto el alcoholismo acentuará la separa­ción de los miembros, hasta llegar a la ruptura total. El mejor antí­doto es la unidad familiar, toda la cadena familiar bien engrasada.
¿Entonces que debemos hacer para ayudar al enfermo alcohólico?
Todos los miembros de la familia deben comprender que el alcohólico es un enfermo, no un degenerado ni un vicioso, ni bebe porque le da la gana. Por tanto, hay que tratarlo como tal y no aceptar las condiciones que nos imponga ni creerse todas las promesas de abstinencia que pueda hacer porque nos mentira en autodefensa.
El alcoholismo no sólo se corrige a base de voluntad, sino que es preciso un tratamiento adecuado para ayudar a la persona a superar la enfermedad alcohólica. Es imprescindible la ayuda de un médico que ponga un tratamiento y señale los criterios de actuación. Incluso en situaciones lími­te cuando se ve la imposibilidad de mantener la abstinencia, es aconseja­ble un internamiento para el proceso de desintoxicación, y la segunda pauta imprescindible es, que el enfermo tiene que ir a una Asociación para recibir terapias de autoayuda, donde le darán información y le enseñaran todos los recursos para mantenerse abstinente y no tener recaídas.  
Para ayudar a un alcohólico, de nada sirven las amenazas eso de “si vuelves a beber, me mar­cho y te quedas solo” ni esconder las botellas, pues el alcohólico es un enfermo y, sin un tratamiento adecuado, no podrá controlar su impulso de beber. Los chantajes, en ocasiones, lo único que hacen es reforzar aún más la conducta alcohólica, en un intento falso de reafirmar su personalidad.
Debemos recordar a la familia que el alcohólico lo será durante toda la vida y que, por tanto, el verdadero trata­miento no termina cuando el alcohólico deja de beber; ése es el principio y fundamental. Por eso los grupos de autoayuda aconsejan empezar cada jornada con un pensamiento positivo de que “Hoy no voy a beber” o lo que es lo mismo, vivir nuestra abstinencia en el día a día.
Cuando el alcohólico está bajo los efectos del alcohol, no debemos recriminarle su conducta, pues en muchas ocasiones puede responder con agresividad psíquica donde los insultos y ataques verbales son desproporcionados e incluso la agresión física.
La familia no debe relacionarse con el alcohólico con una actitud detectivesca, controlando las salidas, los lugares que frecuenta o el tipo de amigos que tiene, sino que, desde una postura adulta, debe indicarle los comportamientos que sugieren un alto riesgo de seguir bebiendo y permitir que él decida sobre su conducta. Debe ser un control a distancia y asumiendo que el alcohólico es una persona adulta. No obstante, en situaciones extremas alto riesgo para su vida, despilfarro de su dinero, peleas, accidentes, etc. se puede pedir al juez su ingreso “forzoso y urgente” en una unidad de internamiento psiquiátrico, o bien iniciar un proceso de incapacitación, para evitar que dilapide sus bienes o en casos de conducción mate a cualquiera.
De alguna manera, la conducta alcohólica de algún miembro de la familia impregna toda la estructura familiar. Por eso también es aconsejable que acuda a tratamiento el resto de los familiares. Todos ellos, de una forma u otra, deberán iniciar un proceso de adaptación ante la nueva situación y aprender a tomar las medidas más oportunas para tratar al alcohólico y todo eso lo van a aprender en los grupos de familiares en la Asociación, donde ellos también se van a “curar” de esta enfermedad maldita, que en el siglo XXI sigue siendo la más devastadora de todas las drogas y encima es legal.




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