Autoestima es la valoración positiva o
negativa que una persona hace de sí misma en función de los
pensamientos, sentimientos y experiencias de un modo general, al valor que una persona se da a sí misma. Durante la
adolescencia era habitual encontrar problemas de autoestima que es la forma
fina actual de quererse y respetarse. Es un periodo de crecimiento y desarrollo
personal en el que el grupo de iguales, la familia y los medios de comunicación
ejercen una fuerte influencia en la valoración propia, no se trata únicamente
del valor que se le da al aspecto físico, sino también a la propias capacidades
y habilidades deportivas, intelectuales, sociales etc...Las expectativas de los
otros, las comparaciones y los referentes personales pueden ejercer una fuerte
presión y generar inseguridades en el adolescente en esta época de cambios. La
anorexia y la bulimia, por ejemplo, están relacionadas con la imagen y al valor
que una persona se da, en muchas ocasiones para tratar de agradar a los demás o
encajar en el grupo de amigos necesita recibir un refuerzo para aumentar su
autoestima al sentirse inseguro, insatisfecho o muy sensible a las críticas,
esa actitud negativa en muchos casos le da pie a comenzar experimentando con el
alcohol, el tabaco, los porros y otras clases de drogas duras o sintéticas
etc. La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los adolescentes
usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la
curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas
adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil el poder determinar cuáles de
los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a desarrollar
problemas serios. El uso de las drogas
y el alcohol los jóvenes está asociado con una variedad de consecuencias
negativas, que incluyen el aumento en el riesgo del uso serio de drogas duras
más tarde en la vida, el fracaso escolar, el mal juicio que puede exponer a los
adolescentes al riesgo de accidentes, violencia, relaciones sexuales y el
suicidio. Las drogas y el alcohol son
sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación, depresión del
sistema nervioso central, o bien influir en el comportamiento o el ánimo, sobre todo en edades comprendidas
entre los 13 y los 20 años, en las que se inician con estas sustancias, La cuestión
primordial y el gran problema es que para pasar de “controlar” a estar
“enganchado”, hay sólo un paso, una débil línea que no sabemos cuándo la vamos
a cruzar. A ello hay que añadir que los adolescentes tienen la errónea
percepción de que es tan peligroso consumir un paquete de tabaco diario como
consumir alcohol, cocaína o heroína esporádicamente. Así que hemos de poner en
marcha una estrategia para ayudar a conocer mejor las consecuencias del consumo
de tabaco, alcohol y otras drogas, pondremos como la más significativa la prevención en un lugar prioritario
ayudado de una buena educación y sustentarla en una información objetiva,
veraz y rigurosa sobre este complejo fenómeno. La información es un recurso
necesario para tomar decisiones inteligentes, informadas, autónomas, ante
cualquier desafío (las drogas, en este caso). Los riesgos reales proceden de la
ignorancia. No hay elección libre sin un saber adecuado. Una sociedad más
culta, más informada y mejor formada sobre las drogas, será más capaz de
convivir en un mundo en el que éstas existen, reduciendo el riesgo de
establecer con ellas relaciones conflictivas.
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