Autoestima
es la valoración positiva o negativa que una persona
hace de sí misma en función de los pensamientos, sentimientos y experiencias de
un modo general, al valor que una persona se da a sí misma. Durante
la adolescencia era habitual encontrar problemas de autoestima que es la forma
fina actual de quererse y respetarse. Es un periodo de crecimiento y desarrollo
personal en el que el grupo de iguales, la familia y los medios de comunicación
ejercen una fuerte influencia en la valoración propia, no se trata únicamente
del valor que se le da al aspecto físico, sino también a la propias capacidades
y habilidades deportivas, intelectuales, sociales etc...Las expectativas de los
otros, las comparaciones y los referentes personales pueden ejercer una fuerte
presión y generar inseguridades en el adolescente en esta época de cambios. La
anorexia y la bulimia, por ejemplo, están relacionadas con la imagen y al valor
que una persona se da, en muchas ocasiones para tratar de agradar a los demás o
encajar en el grupo de amigos necesita recibir un refuerzo para aumentar su
autoestima al sentirse inseguro, insatisfecho o muy sensible a las críticas,
esa actitud negativa en muchos casos le da pie a comenzar experimentando con el
alcohol, el tabaco, los porros y otras clases de drogas duras o sintéticas etc. La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los
adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo
la curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse
personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil el poder determinar
cuáles de los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a
desarrollar problemas serios. El uso de las drogas y el alcohol los jóvenes está
asociado con una variedad de consecuencias negativas, que incluyen el aumento
en el riesgo del uso serio de drogas duras más tarde en la vida, el fracaso
escolar, el mal juicio que puede exponer a los adolescentes al riesgo de accidentes,
violencia, relaciones sexuales y el suicidio. Las
drogas y el alcohol son sustancias cuyo consumo puede producir dependencia,
estimulación, depresión del sistema nervioso central, o bien influir en el
comportamiento o el ánimo, sobre
todo en edades comprendidas entre los 14 y los 21 años, en las que se inician
con estas sustancias, La
cuestión primordial y el gran problema es que para pasar de “controlar” a estar
“enganchado”, hay sólo un paso, una débil línea que no sabemos cuándo la vamos
a cruzar. A ello hay que añadir que los adolescentes tienen la errónea
percepción de que es tan peligroso consumir un paquete de tabaco diario como
consumir alcohol, cocaína o heroína esporádicamente. Así que hemos de poner en
marcha una estrategia para ayudar a conocer mejor las consecuencias del consumo
de tabaco, alcohol y otras drogas, pondremos como la
más significativa la prevención en un lugar prioritario ayudado
de una buena educación y sustentarla en una información objetiva, veraz y
rigurosa sobre este complejo fenómeno. La
información es un recurso necesario para tomar decisiones inteligentes,
informadas, autónomas, ante cualquier desafío (las drogas, en este caso). Los
riesgos reales proceden de la ignorancia. No hay elección libre sin un saber
adecuado. Una
sociedad más culta, más informada y mejor formada sobre las drogas, será más
capaz de convivir en un mundo en el que éstas existen, reduciendo el riesgo de
establecer con ellas relaciones conflictivas.
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